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Editorial 206

 


La Soberbia


La soberbia u orgullo consiste en una estima exagerada de sí mismo que busca la atención y el honor.


Generalmente la soberbia parte de la idea de sentirse superior a los demás o lo que es lo mismo, considera a los demás inferiores. Esta visión genera conductas soberbias a través de las cuales se desconoce el valor y los derechos de los demás, se desprecia, humilla y utiliza a los demás sin consideración.


Donde hay soberbia, allí habrá ignorancia; pero, donde hay humildad, habrá sabiduría" Salomón


"La soberbia nunca baja de donde sube, pero siempre cae de donde subió." Francisco de Quevedo


La soberbia es considerada como el primer pecado capital, del cual derivan lo demás pecados. Según la Biblia, la soberbia fue el primer pecado de la historia cometido por Lucifer cuando se reveló contra Dios y también fue el primer pecado cometido por la humanidad, representada en Adán, al desobedecer a Dios, creyendo en las palabras de la serpiente: "En el momento en que comais se abrirán vuestros ojos y seréis como dioses, conocedores del bien y del mal"

Por supuesto, se trata de una alegoría, pero en el fondo expresan una realidad.
La gravedad de la soberbia radica en que es un pecado del espíritu. Los pecados del cuerpo, responden a debilidades humanas, pero la soberbia es un pecado del espíritu, es conscientes y responde a una rebeldía intencional, por lo cual es más grave.

 

La sociedad admite cierto grado del orgullo como legítimo pero rechaza la presunción.
La sociedad acepta que los méritos de las personas sean reconocidos y premiados. También son admitidos los orgullos colectivos, como pertenecer a una familia famosa, a una clase superior de cualquier índole o a una gran nación. Estos orgullos colectivos ayudan a fortalecer la autoestima individual. De aquí la importancia de enseñar a los niños a valorar su familia, su país, su ciudad, su religión... y a sentirse orgullosos de lo que son.


Tanto la soberbia individual, como la colectiva, degeneran fácilmente en comportamientos conflictivos por la tendencia a imponerse a los demás y a despreciarlos. La soberbia personal impide ver los propios defectos, lo que hace que tengamos conductas inadecuadas que molestan a los demás, y la soberbia colectiva perjudica las relaciones con otros pueblos.

Avanzamos hacia la globalización y es necesaria una actitud abierta a lo bueno de todas las personas, de todos los pueblos, de todas las culturas y de todas las religiones. Se recomienda no discutir de patria, de familia o de religión porque estos temas constituyen la estructura de la personalidad y la gente es muy sensibles a cualquier crítica.


La soberbia revela fallas importantes de la estructura mental.


La soberbia produce una sobrevaloración de las propias cualidades de modo que a la hora de la acción sobrevendrá el fracaso, pero la soberbia impedirá aceptar la realidad de los hechos y recurrirá a distintos subterfugios (mentira, corrupción, culpabilizar...) con el fin de no dejar al descubierto sus debilidades.


La soberbia exagerada puede conducir a una paranoia crónica (delirios) La persona tiene ideas y percepciones de la vida, de los hechos y de las personas que no corresponden con la realidad.

La característica esencial del trastorno paranoide es la suspicacia y desconfianza general hacia los otros, de forma que las conductas de las personas son interpretadas como maliciosas.


Todos cometemos errores de valoración, pero no estamos en peligro de volvernos paranoicos si admitimos el error.

El peligro surge cuando el ocultamiento y la evasión de la realidad se convierte en un hábito.


No hay que confundir soberbia con personalidad. Hay personas con carácter fuerte que defienden sus ideas con vehemencia, pero son capaces de reconocer sus errores y de respetar las ideas de los demás. Las personas soberbias no aceptan más razones que las suyas, son fanáticas, no escuchan razones...


La soberbia contamina todo. Donde hay un soberbio hay un conflicto: En la familia, entre los amigos o en el lugar donde trabaja. El soberbio exigirá un trato especial porque se cree superior.
Su actitud en las conversaciones será dogmática e intransigente y sus intervenciones irónicas.
Adopta posturas prepotentes o arrogantes en el trato con los demás.
Carece de sensibilidad humana, por lo que no le importa dejar en ridículo a los demás.
Usa a las personas mientras le son útiles y luego las desecha.
Como no tiene sentido de la dignidad no le importa la opinión de nadie, él tiene su propia opinión que es la única que vale.
Ésta y otras conductas son manifestaciones de algo más profundo: Su gran egoísmo que se apodera de su persona. El soberbio es un gran ególatra que no admite que nadie lo supere en ningún aspecto.


Una persona normal no puede entender el proceder del soberbio porque escapa a la lógica normal de la vida, pero el soberbio tiene su propia lógica mental. Se trata de una lógica distorsionada.
Causas de la soberbia


Nadie nace humilde o soberbio. Estas conductas son aprendidas y cultivadas conscientemente. Con el tiempo tienden a convertirse en hábitos que funcionan casi de forma automática. La educación juega un papel decisivo. Una educación que enseña a conocer los propios límites, los propios derechos y valores y los derechos y valores de los demás, favorece la objetividad, el sentido de la realidad y la humildad; mientras que una educación desadaptada a la realidad, que no enseña la disciplina, el autorespeto y el respeto a los demás, favorece la aparición de la soberbia.
La soberbia es un complejo de superioridad. Según Adler: Todo complejo de superioridad tiene como causa un complejo de inferioridad que se quiere compensar.

Quien no siente la "inferioridad", no necesita exhibir su "superioridad" De modo que, la mejor forma de evitar las soberbia es conocer los propios límites, aceptar a los demás como son y desarrollar una buena autoestima para sentirse bien consigo mismo.


Efectos de la soberbia


- La soberbia reduce la capacidad crítica. El soberbio, ante un hecho, claramente malo, se niega a aceptar que la acción haya sido real, y llega a pensar: "no puedo haberlo hecho", o bien "no es malo lo que hice", o incluso "la culpa es de los demás". Como es lógico no puede entenderse con la gente.


- El soberbio vive aferrado al propio juicio y a la propia voluntad hasta la tozudez, e ignora voluntariamente cualquier opinión o convicción que no sea la suya, por lo cual, es difícil que aprenda de sus errores y pueda rectificar ; lo cual hará que su soberbia y su terquedad siga creciendo.
Crecerá también la envidia y el odio hacia quienes le superan por cometer el delito de ser personas buenas o inteligentes o por haber trabajado mucho. Para el soberbio todo es lícito y bueno, por tanto: "El fin justifica los medios"

- Ya habéis oído decir que el mayor negocio del mundo sería comprar a los hombres por lo que realmente valen y venderlos por lo que creen que valen.


La soberbia ofusca la mente, la cual distorsiona los hechos y siempre se encontrará una justificación para cubrir de bondad el mal cometido.


"El soberbio necesita justificar su proceder para lo cual acumula argumentos y razones que van ahogando la voz de la conciencia, la cual se vuelve cada vez más débil y más confusa" Salvador Canals


Cómo evitar la soberbia


El humilde ve las cosas como son, lo bueno como bueno, lo malo como malo. En la medida en que un hombre es más humilde crece con una visión más correcta de la realidad.


Vivimos en una sociedad que tiende a atropellar a la gente humilde, educada y honesta. Parece que la barbarie, la vulgaridad y la soberbia están tomando el control de la historia; sin embargo, debemos confiar en las leyes de evolución que rigen la historia y debemos ser fieles a los valores humanos y espirituales, seguros de que, al final, siempre se imponen. Lo cual no significa esperar con los brazos cruzados. La educación y la humildad no significan aguantar. La educación y la humildad significan resperto a los demás pero también significan dignidad personal y valor para defender los principios y valores en contra de quienes pretendan irrespetarlos o destruirlos.


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    Lic. David Angulo de Haro

 

 

 

 

 

 

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