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Editorial 195


La Fe


Muchos consideran la Ciencia como opuesta a la Fe. Sin embargo, los descubrimientos logrados por la ciencia (código genético, la Teoría de la Relatividad, la Gran Explosión o Big Bang, etc. lejos de alejarnos de la Fe, nos introducen cada vez más en los secretos de este mundo asombroso. Los descubrimientos nos llevan cada vez más lejos en el conocimiento del universo y cuanto más conocemos, más asombrados quedamos y más necesaria se hace la existencia de un Ser trascendente que sea la razón primera y última de este mundo, debido a que el Universo es contingente (imperfecto) y no tiene en sí la razón o explicación de su propia existencia.


Las cultura orientales y africanas son más dadas a lo espiritual, sus religiones son más vivenciales que doctrinales; en cambio, la cultura occidental es pragmática y racionalista; de aquí que las religiones occidentales sean también más doctrinales que vivenciales, lo cual no facilita el desarrollo de la fe.


La modernización, la globalización y la movilización social han traído como consecuencia el desarraigo familiar y la pérdida de muchos valores, entre ellos la fe.

En el fondo, todo ser humano es creyente por naturaleza y, aunque muchos lo niegan, cuando se encuentran solos ante la grandiosidad del universo se hacen una pregunta. ¿Quién ha hecho esto?

¿Qué pueden significar los pequeños descubrimientos humanos frente al siguiente hecho: Hay estrellas que se formaron hace millones de años, esas estrellas están enviando su luz, la cual viaja a 300.000 kms. por segundo y esa luz aún no ha llegado a nosotros. Ante la magnitud de estas realidades casi infinitas ¿Qué valor pueden tener nuestras opiniones? ¿Qué capacidad tenemos nosotros para afirmar o negar nada? Lo mejor que podemos hacer es ser humildes y admirar la grandiosidad del universo.


La ciencia tiende a aceptar como verdadero sólo aquello que puede ser analizado y experimentado. ¿Acaso no es una verdad el mismo pensamiento que, en sí, tampoco puede ser sometido a peso y medida? ¿Por qué creer en uno, dos o veinte científicos, acaso no pueden equivocarse o mentir? Muchas teorías han sido desmentidas.


Lo cierto es que el hombre cuanto más conoce la realidad del mundo y más se conoce a sí mismo, le resulta más urgente saber sobre el sentido de su propia existencia.
¿Quién soy? ¿De dónde vengo y a dónde voy?¿Qué hay después de esta vida? ¿Por qué existe el mal?


Muchas personas consideran que la existencia del mal es incompatible con un Dios poderoso, amante y sabio, como enseña el cristianismo. Lo que consideramos mal ¿No será necesario, aunque doloroso o desagradable, como una lección que necesitamos aprender para evolucionar?

 

La filosofía nació y se desarrolló desde el momento en que el hombre empezó a interrogarse sobre el por qué de las cosas y su finalidad.


La fe y la razón actúan en esferas diferentes, de modo que ni se confirman ni se contradicen. Einstein, el mayor científico del siglo pasado era profundamente creyente y decía:
Difícilmente encontraréis entre los talentos científicos más profundos, uno solo que carezca de un sentimiento religioso propio. Su sentimiento religioso adquiere la forma de un asombro extasiado ante la armonía de la ley natural, que revela una i nteligencia de tal superioridad que, comparados con ella, todo el pensamiento y todas las acciones de los seres humanos no son más que un reflejo insignificante.


En realidad el 99% de la vida humana se basa en la fe.
El niño cree que sus padres son verdaderamente sus padres. Cree en los principios que le enseñan y sigue creyendo durante toda su vida en casi todo lo que le dijeron sus padres.
Los niños creen en todo lo que les enseñan sus maestros, en lo que dice la historia, la biología, etc. en lo que dice la televisión, en lo que dice internet, en lo que dicen sus amigos...


El ser humano carece de tiempo y de capacidad para experimentar todas las cosas. Sin la fe la vida sería imposible.


La verdadera fe no es ciega. Se basa en la autoridad de alguien en quien confiamos por alguna razón importante (porque tiene conocimiento, experiencia, es honesto, nos ama, lo avalan sus obras, etc.


Por qué hay creyentes y por qué hay ateos.

La fe, como la esperanza y el amor... son conductas que se adquieren en la infancia a través de la educación. Quien es educado en la fe tenderá a creer de forma natural; mientras que, aquellos que no son educados en la fe, no tienen referencias internas que les permitan creer, lo cual no impide que en algún momento de su vida puedan llegar a creer; así como tampoco hay garantía de que muchos "creyentes" puedan llegar a perder la fe. La fe, al igual que el amor, la amistad o el conocimiento necesita ser alimentada habitualmente, de lo contrario terminará por debilitarse y morir


A lo largo de la historia siempre ha habido momentos de crisis de fe. En las crisis se templan las conciencias y las voluntades. Los débiles claudican y los fuertes salen más fortalecidos.

Hay personas que piensan que a medida que la ciencia avance, las religiones retrocederán y que llegará el día en que las religiones quedarán en el olvido, como ocurrió con la culturas egipcia, griega y latina. En realidad estas culturas no han muerto, son la base de nuestra civilización. Por su parte, las religiones tienen como misión fomentar los valores fundamentales del ser humano (dignidad, respeto, honestidad, hermandad, justicia, libertad...) por lo cual, mientras estos valores tengan vigencia, las religiones lograrán sobrevivir, para lo cual, como es lógico, tendrán que adaptarse a cada nueva realidad.

Muchas crisis de Fe no se deben a los avances de la ciencia sino a la pérdida de valores morales. La Fe es operante y exige un compromiso moral y la forma más fácil de liberarse de los deberes morales es la negación de la Fe. Pero resulta ingenuo y poco honesto utilizar la ciencia para justificar ciertas conductas.


Las religiones no imponen la moral, sólo recuerdan que existen ciertos principios morales que es necesario respetar. La moral se impone por sí misma como tantas otras leyes naturales; se impone porque es necesaria para regular la vida, para lograr el desarrollo, el éxito y la felicidad, y para evitar el fracaso y la autodestrucción.


El psicólogo Piñuel, psicólogo del Instituto de Innovación Educativa y Desarrollo Directivo, habla de la espiritualidad como algo propio del ser humano, pero que, debido a los problemas que avasallan la mente de la persona, no siempre se funciona. Piñuel señala que "muchos pacientes, tras acabar el tratamiento psicológico, se encuentran con su parte espiritual". Al resolver sus conflictos emocionales "se desbloquea la parte espiritual, intrínseca al ser humano. Es posible que el ateísmo obedezca más a cuestiones emocionales que a razones de fe.


Cuando uno es joven sinte el impulso de los instintos y la fascinación de la libertad. Se siente autosuficiente y ensoberbecido. Se cree dueño de la vida y del futuro, pero, a medida que pasan los años, la realidad le va poniendo en su lugar.


Muchas veces me he encontrado con personas no creyentes que al llegar a cierta edad se plantean el problema de la fe y desean creer porque sienten que le falta piso a su vida espiritual, pero la fe no es algo que se obtiene cuando se desea o se aprende como cualquier otro conocimiento. La fe es un don. La fe es una virtud teologal. La fe en Dios va acompañada de una forma especial de percibir la vida, de sentir la vida y de vivir. La fe se adquiere a través de la educación familiar; después, cada persona la cultiva con mayor o menor intensidad.

No importa cual sea tu Dios
lo importante es que la fe que le tienes
te ayude a vivir con dignidad
y a respetar, amar y ayudar a las personas.


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    Lic. David Angulo de Haro

 

 

 

 

 

 

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