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Editorial 189

 


La Ley de Dar

 

Es lo mismo dar y recibir porque el universo fluye de esa manera y se ejercita aprendiendo a dar todo aquello que buscamos recibir. Quiere decir: si lo que busco es amor, tengo que dar amor; si lo que busco es prosperidad, tengo que ayudar a otros a que sean prósperos. Si lo que busco es amistad, tengo que dar amistad. Da todo lo que puedas mientras estás vivo, porque luego será tarde.


Llama la atención comprobar que las pesonas pobres, que por tener, no tienen nada, comparten su pobreza con lagría y generosidad, mientras que las personas pudientes se resisten a dar y a compartir.


Para entender la Ley de Dar es necesario entender el mensaje de Cristo: "Bienaventurados los pobres de espíritu porque de ellos será el reino de los cielos" La sociedad de entonces no entendío este mensaje, como tampoco lo entiende la sociedad de hoy. Pobres de espíritu no eran los que carecían de bienes materiales, eran los que se sentían pobres de saber, de justicia y de Dios y lo buscaban con empeño y honestidad.


La Ley de dar no se refiere a dar cosas sino a dar lo más valioso de sí, como son: El saber, la verdad, el amor, la comprensión... pero nadie puede dar estos dones a los demás si no los posee y nadie los posee si no los cultiva. "Poco das si das de lo que tienes, mucho das cuando das de ti mismo" Khalil Gibrán


¿Cómo aplicar la Ley de Dar?


Pondré a funcionar la ley del dar comprometiéndome a hacer lo siguiente:
1) Llevaré un regalo a cualquier lugar a donde vaya y para cualquier persona con quien me encuentre. Ese regalo puede ser un elogio, una flor, una oración o un saludo. Hoy les daré algo a todas las personas con quienes me encuentre, para iniciar así el proceso de poner en circulación la alegría, la riqueza y la prosperidad, en mi vida y en la vida de los demás. El mejor regalo que puedo dar a todos es vibrar en positivo y desearles bien y felicidad.


2) Hoy recibiré con gratitud y valoraré con clara conciencia el valor que tienen todos los regalos que la vida me ha dado y me seguirá dando: la luz del sol y el canto de los pájaros, la belleza de la vegetación o la lluvia. También estaré abierto a recibir de los demás, como un regalo, su presencia, su mirada, sus palabras...


3) Me comprometeré a mantener en circulación la abundancia, dando y recibiendo los dones más preciados de la vida: cariño, afecto, aprecio, respeto y amor. Cada vez que me encuentre con alguien, le desearé en silencio felicidad, alegría y bienestar. Le diré con todo mi amor: "Te deseo que seas feliz"


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    Lic. David Angulo de Haro

 

 

 

 

 

 

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