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Editorial 187

 


Cuanto más das, más recibes

 

Cuando alguien tiene riqueza, talento, conocimiento, capacidad, experiencia; tiene la obligación de compartir de alguna forma estos bienes con los demás, de modo que la energía fluya. “Poco das si das de lo que tienes, mucho das cuando das de ti mismo” Khalil Gibran.


El egoísmo, el temor y el subdesarrollo mental y espiritual, hacen que las personas cierren el puño para que nadie les quite lo que consideran suyo. Pero existe un problema, con el puño cerrado no pueden recibir nada de los demás.

El ser humano se desarrolla a través de la interacción con las demás personas. En la interacción hay un intercambio de energía, de ideas y de sentimientos. Como la relación es recíproca, cada persona recibe en la medida en que da.


Con frecuencia las personas a quienes ayudamos no nos devuelven el favor, pero puedes estar seguro que alguien en la vida te lo devolverá de alguna forma, porque siempre se cumple la Ley de Correspondencia


La Ley de Correspondencia nos invita a ser responsables y generosos porque "somos lo que hacemos" y "recibimos lo que damos"


En la vida, todo influye en todo, pero no todo tiene un efecto inmediato. Muchas personas esperan ser recompensadas por aquellos a quienes ayudan y al no ser correspondidas se sienten traicionadas y frustradas. "Haz bien y no mires a quien". Ayuda a quien te necesita porque al hacerlo estás creando las condiciones para que alguien te ayude; por lo cual, piensa que, cada vez que ayudas a alguien, te estás ayudando a ti mismo. Te ayudas a ser más generoso y más humano, lo cual te hace más receptivo a los bienes que na natrualeza derrama a manos llenas.

La función de todo lo que existe es dar y recibir en un proceso constante. El que se encierra en sí mismo se margina de la corriente de la vida y se empobrece.


La vida es dar y recibir. ¿Dar qué? No se trata de dar dinero o cosas. Se trata de dar respeto, amor, comprensión, apoyo... Al regalar estos dones a los demás las personas no se empobrecen porque son bienes inagotables. Quienes no los dan tienen dos problemas. Carecen de estos bienes lo cual revela pobreza interna o no han aprendido a darlos, con lo cual pierden la oportunidad de participar en la corriente de energía superior que mueve el mundo.


Muchos estudios indican que a medida que las personas avanzan hacia el final de su vida se lamentan de no haber amado más y de no haber ayudado más a las personas.


"Al final de tu camino, lo que diste, eso tendrás"


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    Lic. David Angulo de Haro

 

 

 

 

 

 

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