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Editorial 172

 


Ley de la Conciencia


Así como la función de la Ley de Gravedad en mantener unidos todos los elementos y establecer equilibrio entres las distintas fuerzas y masas, la función de la Ley de la Conciencia es mantener integrada a cada persona consigo misma y mantener integrada y en armonía la sociedad.


La conciencia es la facultad que tiene el ser humano de distinguir entre el bien y el mal. A partir de aquí, la conciencia le exige hacer el bien y evitar el mal. Este mandato de la Ley de la Conciencia no coarta el libre albedrío, pues, el hombre siempre puede elegir entre el bien y el mal. Ahora bien, si elige el mal, debe atenerse a las consecuencias. Cada vez que el ser humano actúa mal, quebranta la Ley de la Conciencia, pierde integración, pierde parte de su ser y de su esencia, lo que hace que dé un paso hacia la desintegración. Dicho en otras palabras, involuciona en vez de evolucionar.


Previendo Dios que el hombre tiene poca conciencia del valor real de las cosas y que es débil, le dotó de un mecanismo que se activa cuando actúa mal o cuando no cumple con su deber. Dicho mecanismo le ayuda a tomar conciencia de que debe rectificar si no quiere autodestruirse. Este mecanismo es el sentimiento de culpa.


El sentimiento de culpa es una emoción muy desagradable que no deja vivir en paz. Tiene como objetivo obligar a la persona a rectificar y volver al camino del bien. Es un mecanismo parecido al dolor en relación con el cuerpo. El dolor hace que el ser humano actúe para subsanarlo, y, de esta forma salva la salud o la vida. El sentimiento de culpa salva la salud moral y espiritual de la persona.

Todos somos humanos al nacer, pero necesitamos desarrollar la inteligencia y la conciencia a través de la educación.


Los principios y valores son la esencia de la Ley de la Conciencia. Si una persona no es educada en principios y valores, carecerá de la Ley de la Conciencia; es decir, no tendrá criterios morales para distinguir entre el bien y el mal y su vida estará gobernada por los instintos. Como es lógico, no sentirá culpa ni remordimiento, pero tampoco podrá desarrollarse como ser humano, ni disfrutar de los bienes que nos ofrece la vida.


Ahora bien, si los padres programan a sus hijos con principios muy rígidos, los hijos tendrán una Ley de Conciencia muy exigente y perfeccionista, lo que hará que vivan habitualmente angustiados y con sentimiento de culpa, pues, los seres humanos somos imperfectos y siempre cometemos errores.


Si los padres son muy liberales y no educan a sus hijos en principios y valores, los hijos crecerán sin la Ley de Conciencia. Se sentirán desorientados, debido a que, al no tener principios, tampoco tendrán criterios para actuar correctamente. No tendrán remordimientos y tampoco tendrán respeto por nada ni por nadie.


Cada día crece el número de personas sin la Ley de Conciencia, las cuales son un azote para la sociedad.


La Ley de la Conciencia debe ser a la vez consistente y flexible. Consistente, para controlar los instintos y pasiones y flexible para permitir que surjan la espontaneidad y la creatividad. La educación democrática es la más indicada, en la cual, cada quién asume su responsabilidad es la más indicada para desarrollar la conciencia.

Los mecanismos utilizados por la Ley de la Conciencia para apoyar al ser humano en su lucha contra los instintos y contra las tentaciones provenientes de la sociedad son el sentimiento de culpa, el remordimiento y la angustia existencial.


La culpa y el remordimiento son mecanismos de supervivencia a nivel moral; mantienen la conciencia despierta e informan cuando hay conductas incorrectas y exigen rectificación.


La angustia existencial es un mecanismo de supervivencia espiritual, tiene como finalidad estimular a buscar el verdadero sentido de la vida.


El sentimiento de culpa, el remordimiento y la angustia existencial se hacen más intensos cuanto mayor es el peligro que corre la persona. Tanto el cuerpo como la mente y la conciencia tienen cierto grado de tolerancia, pero, cuando corre peligro la salud física, mental, moral o espiritual, saltan las alarmas.


Vivimos en una sociedad muy confusa en ideas, criterios, valores y conductas. En esta Babel sólo contamos con la Ley de la Conciencia para seguir el camino que lleva a la luz y a la libertad, por lo cual, es importante no dejarse engañar por cantos de sirenas, o por ofertas fáciles de placer y libertad.


La función de la Ley de la Conciencia no es sólo generar culpa y remordimiento, también tiene una función positiva que es estimular al bien y premiar con la satisfacción y la paz por el bien realizado.

 

En este momento tu Ley de Conciencia depende de ti. Puedes potenciarla a través de tu desarrollo personal, o puedes debilitarla y perder valor como persona y muchas cosas más.


La Ley de la Conciencia se expresa a través de una voz interior. Aprende a escuchar las voces que vienen de dentro. Tal vez en estas voces esté la solución de tus problemas y la clave de tu éxito.


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    Lic. David Angulo de Haro

 

 

 

 

 

 

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