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Editorial 140

 


Temor a la vejez

En el pasado, los ancianos eran respetados y venerados, representaban la experiencia, la sabiduría, la tolerancia y la virtud; pero hoy se exalta la energía, la juventud y la belleza como valores supremos. La palabra vejez tiene cada día un sentido más peyorativo y la gente no quiere saber nada de ella; la rehuye ocultando los años, recurriendo a la cirugía plástica u ocultándose en conductas que no van con la edad.


La palabra vejez nos trae a la mente la imagen de tantos ancianos débiles, gastados, vencidos y nos invade una especie de tristeza al pensar en lo efímero de la vida.


Lo que más angustia no es la vejez en sí sino la pérdida de las facultades, el ser una carga para los familiares y lo que es peor aún, el abandono y el olvido.


La vejez es considerada como la ruina de la vida; sin embargo, esta imagen no es justa ni exacta. “Dichoso el que llega a viejo y puede recordar sus años jóvenes”. La vejez es el triunfo de la vida sobre el tiempo y sobre la muerte.


Antiguamente la gente moría antes de jubilarse porque las condiciones de vida eran muy duras. Hoy, la calidad de vida permite llegar hasta los 80, 90 ó mas años y con un poco de cuidado y de ejercicio, pueden mantenerse activos el cuerpo y el espíritu hasta el final, para lo cual es recomendable tomar las previsiones necesarias para disfrutar de una larga y tranquila vejez Pueden ser los mejores años de la vida, pues, superada la necesidad de luchar por el desarrollo y por la supervivencia, puedes convertirte en un feliz espectador del milagro maravilloso de la vida.


Sin embargo, la vejez puede traer enfermedades graves, por lo que es conveniente mentalizarse para acerptar la realidad de las cosas y prepararse para ser un anciano tranquilo y amable que acepta la vida con humildad y con paciencia, en vez de ser un anciano amargado y descontento.
La vejez, más que un estado físico es una actitud mental; por tanto, tú tienes el control y puedes alejar de ti los fantasmas y temores.


Cundo se es joven se es joven para toda la vida porque el espíritu no envejece.


La mayoría de las personas están programadas con la idea de que jubilarse es dejar toda actividad laboral, descansar del cansancio de los años y disfrutar cómodamente de la pensión merecida; pero la ciencia dice otra cosa. Advierte de que la inactividad física y mental es el preludio de la vejez prematura y de la muerte


La energía física tiende a disminuir con los años, pero no ocurre lo mismo con la energía mental. Estudios realizados por la Dra. Marion Diamo de la Universidad de California confirman que el cerebro es activo y tiende a aumentar las conexiones nerviosas y a incrementar la inteligencia y la personalidad sin importar la edad. Una persona de 100 años puede aprender a manejar la computadora y viajar por internet. Todo esto nos indica que debemos eliminar ideas erróneas sobre el envejecimiento del cerebro. El cerebro no envejece. El cerebro no tiene límites. El problema está en que las personas no lo activan por falta de intereses.


Si a todo lo dicho, añadimos que los ancianos poseen una vasta experiencia, podemos afirmar que su capacidad creativa puede ser excelente hasta el final de su vida.


Un estudio realizados en los EE.UU. pronostica que a partir del año 2020, el ochenta por ciento de sus habitantes estarán dedicados a trabajos de tipo mental y sólo el veinte por ciento a trabajos de tipo físico, lo cual constituye un estímulo y una invitación a mantener activa la mente.


Según Von Durkhein: “La vejez es una apoteosis para unos y una decadencia para otros”


La vejez no es un obstáculo para vivir plenamente. Muchos logran su éxito y plenitud en la vejez; por tanto, la vejez no es un obstáculo fundamental si las personas tienen un proyecto de vida viable y acorde con su realidad.


La mayoría de las personas después de jubilarse caen en un estado de pereza física y mental que les conduce al deterioro prematuro. A esa edad no debe detenerse ni el espíritu ni la mente porque después resulta difícil arrancar de nuevo. Es conveniente una disciplina física y mental constante.


La ansiada jubilación resulta más difícil de sobrellevar de lo que la gente se imagina. Aísla y separa de los colegas y de una actividad a la que se habían acostumbrado el cuerpo y la mente. Los viejos amigos van desapareciendo. Al final sólo queda la pareja. Es más fácil envejecer juntos.


Una persona puede haber logrado grandes éxitos y sin embargo caer en la depresión, porque después de haber ganado las batallas de la vida, ahora se encuentra inerme y frustrada.


La familia y la sociedad tienden a ignorar, olvidar y marginar a los ancianos, lo que les produce una sensación de aislamiento que golpea fuertemente su autoestima y los hunde en la soledad.


Los ancianos son parte importante de la civilización, en la medida en que los marginamos estamos creando las condiciones para que mañana nos marginen a nosotros.


Una sociedad que no se preocupa por sus niños ni por sus ancianos es una sociedad decadente.


Además, es un error el marginar a los ancianos, ellos poseen la mayor experiencia y sabiduría de la vida. Las creaciones más valiosas de la humanidad son producto de la experiencia y de la edad madura.


Hoy, las personas se mueven al ritmo trepidante de la máquina pero no ocurre lo mismo con sus cerebros. El llamado progreso es sólo una fantasía; la mayoría de las personas son pobres robots, acostumbrados a cumplir rutinariamente con un trabajo estandarizado, en el que no queda espacio para la creatividad.


La prisa, el estrés y la competencia no dejan espacio para las relaciones humanas. Este es el mundo del futuro y los ancianos deben prepararse para sobrevivir en él.


Como la sociedad evoluciona sin cesar y la vejez es una etapa larga hay que prepararse para vivir en actitud de cambio durante toda la vida.


Es conveniente desarrollar un abanico de intereses con el fin de ocupar el tiempo y evitar la soledad. Cultivar una actitud flexible y amistosa que facilite la relación social. Las personas sociales suelen ser sanas y felices mientras que los que se desconectan de la sociedad precipitan su decadencia.


Hay que aprender a aceptar la propia edad, lo cual no es fácil en una sociedad que desdeña la vejez, pero todo resulta más fácil cuando se acepta la realidad y se le saca el mayor beneficio posible.


Deja de lado las falsas expectativas. No te hundas en una vida ficticia.


Un estudio realizado por el Dr. Jores sobre las incidencias que tiene la jubilación en las personas indica que es mínima entre los que ejercen actividades variadas (policías, educadores, vendedores) mientras que, las incidencia es máxima cuando se trata de empleados de oficina. La razón puede deberse a que los primeros son flexibles mientras que los segundos son rígidos y rutinarios y esta condición es mortal porque la ley de la vida es “adaptarse o morir”


Los médicos observan que los más ricos no siempre son más dichosos en la vejez.


La vejez trae el regreso a la niñez. El anciano es un niño que necesita de caricias, pero desgraciadamente es lo que menos recibe. Una mascota (gato, perro...) pueden ser una buena compañía.


El problema de la mayoría es cómo ocupar el tiempo; de modo que es conveniente preparar y dar nuevos giro a la vida, establecer nuevos valores y metas, nuevos horizontes y seguir desarrollándose y adaptándose para ser autosuficiente.


El envejecer en casa ayuda a envejecer más despacio. El ambiente, los objetos y los recuerdos hacen que todo sea familiar y llenen en parte la soledad.


El anciano tiene una experiencia real de la vida. A medida que pasan los años se da cuenta de lo que realmente es; de sus errores, éxitos y fracasos; por lo cual, es conveniente ser auténtico para nunca desilusionarse de sí mismo. Los éxitos logrados y, sobre todo, el bien hecho a los demás son una buena compañía para la vejez. “Al final de tu camino, sólo tendrás lo que diste” No importa a quien se lo diste. "Haz bien y no mires a quien” Lo importante es que en la vida se impone la ley de correspondencia , según la cual, “lo que diste, eso tendrás” Tal vez no te lo retribuyan aquellas personas a quienes les hiciste el bien, pero puedes estar seguro de que la vida es justa y compensa de alguna forma; con la salud, con la compañía de los seres queridos o tal vez, con la paz de espíritu.


La edad enseña a valorar las cosas importantes de la vida; Puedes percibir nuevas dimensiones y descubrir en las personas y en la naturaleza valores que antes pasaban desapercibidos.


Puedes adquirir una espiritualidad profunda y una actitud serena ante la vida y ante las cosas, de modo que la vejez puede convertirse en una aventura maravillosa.

 

Historia
El primer día de clase en la Universidad , nuestro profesor se presentó a los alumnos y nos pidió que nos presentásemos a alguien que no conociésemos todavía. Me quedé de pie para mirar alrededor cuando una mano suave tocó mi hombro. Miré hacia atrás y vi una pequeña señora, viejita y arrugada, sonriéndome radiante, con una sonrisa que iluminaba todo su ser.


Dijo: - "Muchacho... Mi nombre es Rosa. Tengo ochenta y siete años de edad. ¿Puedo darte un abrazo?"... Me reí y respondí: "¡Claro que puede!". Y ella me dio un gigantesco apretón.


Le pregunté en plan de broma: "¿Por qué está usted en la facultad en tan tierna e inocente edad?"
Respondió juguetona: - "Estoy aquí para encontrar un marido rico, casarme, tener un montón de hijos y entonces jubilarme y viajar". "Está bromeando", le dije. Yo estaba curioso por saber qué le había motivado a entrar en este desafío con su edad; y ella dijo:
"Siempre soñé con tener estudios universitarios, y ahora estoy teniendo uno".


Después de clase caminamos hasta el edificio de la unión de estudiantes y compartimos una malteada de chocolate. Nos hicimos amigos. Todos los días hablábamos sin parar. Yo quedaba siempre extasiado oyendo a aquella "máquina del tiempo" compartir su experiencia y sabiduría conmigo.


En el curso de un año, Rosa se volvió un ícono en el campus universitario y hacía amigos fácilmente dondequiera que iba. Adoraba vestirse bien, y su calidad de persona se reflejaba en la atención que daba a los estudiantes y en el respeto y admiración que los estudiantes le tenían. Estaba disfrutando la vida... Al fin del último semestre invitamos a Rosa a hablar en nuestro banquete del equipo de fútbol. Fue presentada y se aproximó al podium. Cuando comenzó a leer su charla preparada, se le cayeron tres de las cinco hojas al suelo.
Frustrada, tomó el micrófono y dijo simplemente:
Discúlpenme, ¡estoy tan nerviosa!...Nunca conseguiré colocar mis papeles en orden de nuevo, así que déjenme hablar a Uds. sobre aquello que sé"

 

Mientras reíamos, ella despejó su garganta y comenzó: "No dejamos de jugar porque envejecemos; envejecemos porque dejamos de jugar". Existen solamente tres secretos para que continuemos jóvenes, felices y obteniendo éxito:
1. Se necesita reír y encontrar humor en cada día.
Se necesita tener un sueño, pues cuando éstos se pierden, uno muere...¡Hay tantas personas caminando por ahí que están muertas y ni siquiera lo sospechan!
2. Se necesita conocer la diferencia entre envejecer y crecer... Si ustedes tienen diecinueve años de edad y se quedan tirados en la cama por un año entero sin hacer nada productivo, terminarán con veinte años... Si yo tengo ochenta y siete años y me quedo en la cama por un año y no hago cosa alguna, quedaré con ochenta y ocho años... Cualquiera consigue quedar más viejo. Eso no exige talento ni habilidad. Pero la idea es crecer a través de la vida y encontrar siempre oportunidad en la novedad.


Los viejos generalmente no se arrepienten por aquello que hicieron, sino por aquellas cosas que dejaron de hacer. Las únicas personas que tienen miedo a la muerte son aquellas que tienen remordimientos.


Al fin de ese año, Rosa terminó el último año de la facultad que comenzó en su mente tantos años atrás. Una semana después de recibirse, Rosa murió tranquilamente mientras dormía. Más de dos mil alumnos de la facultad fuimos a su funeral en tributo a la maravillosa mujer, que nos enseñó, a través del ejemplo, que "nunca es demasiado tarde para ser todo aquello que uno puedellegar a ser"


Poesía: Un día al atardecer le dirás ¡Adiós! a la vida.

Naciste al amanecer.
Fuiste flor de primavera.
Disfrutaste la brisa tibia
y el cálido beso del sol.


Te arrulló el trinar de las aves
y contemplaste embelesado
el amanecer, la puesta del sol
y la danza de las mariposas.


Pero llegó el otoño,
se secaron las flores y las hojas.
Sopló el viento
y los árboles desnudos
levantaron sus brazos al cielo
implorando misericordia.


Todos se habían ido:
El sol, las aves y las mariposas;
pero en el corazón de cada semilla
se esconde una esperanza.


Gracias a ellas volverá la primavera,
brillará el sol en el cielo
cantarán las aves en el bosque
y danzarán las mariposas.


Si guardas semillas en tu alma,
de bondad, de ilusión y de esperanza,
aún en el atardecer de tu vida
vivirás en primavera,
sentirás que el mundo es bello
y la gente buena.


Las aves cantarán en tu jardín,
el sol jugará a perseguir mariposas
y un día al atardecer
le dirás ¡adiós! a la vida.

 

David Angulo de Haro


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    Lic. David Angulo de Haro

 

 

 

 

 

 

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