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Editorial 138

 


Temor a ser feliz

 

El objeto de la vida es el desarrollo y la felicidad, pero la mayoría de las personas son víctimas de sentimientos de inferioridad o de culpa, debido a una educación represiva y culpabilizadora, que les lleva a pensar, que no tienen derecho o posibilidad de ser felices.


Al ser humano se le engaña desde niño, enseñándole a ambicionar muchas cosas que tienen poco que ver con la felicidad y que inevitablemente conducen a la frustración.


Mientras no cambie esta programación mental, jamás podrá ser feliz. Es necesario derribar murallas, romper cadenas y cambiar estructuras mentales. ¿Cómo? Creyendo que en la naturaleza todo lo que existe tiene una razón; que el ser humano viene a esta vida para desarrollarse y ser feliz y por tanto, tiene la capacidad, el derecho y la posibilidad de ser feliz, porque de lo contrario, la vida sería un absurdo. Pero además tiene el deber de llegar a ser feliz, porque sólo siendo feliz, podrá aportar lo mejor de sí en beneficio de la humanidad. Una persona infeliz sólo puede generar odio, resentimiento y conflicto.


La felicidad no significa ausencia de problemas; los contratiempos son los ingredientes que dan sabor a la vida. Una persona sin necesidades y sin problemas no tiene razones para movilizarse y en consecuencia, sería víctima de la pereza y de la degeneración física y mental.


Las necesidades son el acicate que activa el cuerpo y la mente y nos impulsan a la acción con el fin lograr objetivos de supervivencia y desarrollo.


La felicidad nace de dentro. Es producto de un desarrollo integral, de autoestima, de seguridad; de luchar, perder y ganar; de saber que estamos en el camino correcto y que logramos cosas importantes que nos llenan y nos satisfacen; que estamos en paz con la gente y con nosotros mismos; que hemos tenido el privilegio de nacer y ser libres para disponer de nuestra propia vida; que tenemos un mundo maravilloso ante nosotros que nos ofrece infinidad de oportunidades para ser felices.


Si preguntas a las personas, todas te dirán que quieren ser felices, sin embargo, tienen un temor inconsciente a ser felices.

¿Cuál es la causa?

Se nos enseñó que debíamos ser perfectos, que no podíamos cometer errores, que... que...
Han pasado los años pero esas grabaciones están ahí, recordándonos que no podemos ser felices porque hemos cometido muchos errores a lo largo de la vida y porque seguimos teniendo defectos, por lo cual, nos está prohibido ser felices.


El temor a ser feliz no se manifiesta de forma clara y definida. Se expresa a través de conductas, que en apariencia, no tienen nada que ver con el temor.


El temor a ser feliz hace que el ser humano evite de forma inconsciente ser feliz.

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¿Por qué evita inconscientemente ser feliz?

Porque quebrantaría el tabú (la prohibición) lo cual está absolutamente prohibido.


y ¿Cómo evita ser feliz?
Alimentando una filosofía negativa de la vida que le fue grabada a través de la educación; según la cual todo es difícil.


No valorando lo que es o lo que tiene lo cual genera un sentimiento de pobreza interna.

 

Envidiando lo que tienen los demás, lo cual causa frustración.

 

Postergando la felicidad para después, para cuando tenga...para cuando logre...es decir, para nunca.

 

Sintiéndose culpable por cosas que ya pasaron.


Angustiándose por el futuro.


Cayendo en la trampa de la excesiva responsabilidad.


Los numerosos temores son también formas de prohibir la felicidad.


Estas y otras conductas son una forma de excusa para no ser feliz.


Cómo superar el temor a ser feliz
Hay que comenzar por tomar conciencia del derecho y del deber que tenemos de ser felices. Una vida infeliz es inútil y absurda.


Necesitamos aplicar las técnicas indicadas para superar los temores en general. Además, es necesario entender que todos los seres humanos tienen el compromiso de desarrollarse y expresar su éxito y su felicidad, porque los seres humanos no somos piedras, somos seres vivos, que convivimos en sociedad y nos influenciamos mutuamente para bien o para mal.


En vacaciones, las personas se liberan del trabajo y de la responsabilidad, bajan las defensas y dan rienda suelta a sus deseos. Se vuelven espontáneas, amistosas y sienten la libertad y la felicidad. Este cambio se debe a que han quedado relegados el Padre y el Adulto internos (la ley y la lógica) y ha tomado el control de la vida el Niño interno (alegre, creativo y feliz)


Esta experiencia nos enseña que la felicidad está en el Niño, en esa instancia de la personalidad en la que residen la fe, la esperanza, los sueños, la creatividad y el amor.


Necesitamos liberar el Niño interno, secuestrado por una sociedad crítica, represiva, materialista y robotizada que teme y odia la espontaneidad, la creatividad y la alegría de vivir.


La felicidad, como toda conducta se aprende.


La educación tradiciona l, generalmente represiva, programa la mente con muchos temores, responsabilidades y culpas que comprometen la felicidad.


La educación liberal es permisiva, no establece límites ni controles, lo que hace que las personas se sientan desorientadas y perdidas en un mundo sin fronteras.

Tanto la educación tradicional como la liberal son insuficientes para adaptarse a una sociedad que exige madurez, seguridad, libertad y responsabilidad.


La educación democrática es la ideal. Cada persona debe aprender a hacerse cargo de sí misma, a responsabilizarse de sus actos y a sumir las consecuencias de sus decisiones. La educación democrática forma personas libres y seguras, capaces de autogobernarse y de producir su propia felicidad.


La felicidad depende más de la actitud personal frente a la vida que de las cosas que se tienen y de los acontecimientos. Encontramos personas felices e infelices en todas partes y en todas las circunstancias.


Ser feliz es una decisión personal que está al alcance de todos y depende de la actitud que tomamos ante las cosas.


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    Lic. David Angulo de Haro

 

 

 

 

 

 

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