Editoriales

Editorial 134

 


Temor a reclamar los derechos

El ser humano ha sido educado para el sometimiento durante miles de años.
Hace 2000 años que Cristo reveló al hombre la dignidad que tiene todo ser humano por ser hijo de Dios y el derecho que tiene a crecer y a ser feliz, pero los hombres no han asimilado aún este mensaje.


En 1897 la Revolución Francesa gritó de nuevo el mensaje: “ Libertad, igualdad y fraternidad” y el grito resonó en la conciencia dormida del mundo.


En la actualidad los Derechos Humanos son reconocidos en las constituciones de todos los países, pero ¿Cuántos siglos deberán pasar para que el espíritu de los Derechos Humanos sea una realidad?.


Los derechos son sólo una posibilidad que cada persona debe convertir en realidad a través del desarrollo. Sólo un pueblo culto es un pueblo libre y sólo un pueblo libre es un pueblo culto. Cultura y libertad son los dos pies que hacen posible el caminar. Cada paso en la cultura crea las condiciones para dar un paso hacia la libertad y cada paso en la libertad crea las condiciones para dar otro paso en la cultura.


El conocimiento es la base de la libertad, de la autoestima y de la seguridad y por tanto, de la capacidad para reclamar los derechos propios.


Antes de exigir los derechos hay que cumplir con los deberes.

Todo derecho lleva implícito un deber.

El derecho a la vida lleva implícito el deber de protegerla y desarrollarla.


El derecho al conocimiento lleva implícito el deber de capacitarse.


El derecho a la libertad lleva implícito el deber de liberarse de las cadenas internas y externas.


El derecho a gastar supone el deber de ganar.


En conclusión, cada persona es sujeto de derechos y de deberes.


En teoría los derechos son muchos; pero los derechos reales de cada persona llegan hasta donde llega su desarrollo.


Vivimos en una sociedad de competencia y quien no tiene el valor para defenderse no debe extrañarse de que los demás le conculquen sus derechos.


Cada quien debe hacer respetar sus derechos, porque nadie nació con guardaespaldas. Son muchos, los que para defenderse utilizan la agresividad o el autoritarismo. Estas actitudes tienden a revertirse por lo que resultan contraproducentes.


Lo ideal es llegar a ser una persona que emane dignidad y respeto, de modo que los demás sepan a qué atenerse.


En una sociedad mediocre y maleducada como la actual, la cortesía es vista como muestra de debilidad, pero recuerde que “Educación y buenos modales abren puertas principales” y “ Lo cortés no quita lo valiente”.


Las personas desarrolladas son educadas por respeto a sí mismas y por respeto a los demás. La educación verdadera, que no hay que confundirla con la diplomacia, es una señal de desarrollo y de la calidad de la persona.


Los derechos de cada persona terminan donde comienzan los derechos de los demás. Establezca los límites de sus derechos y coloque “señales” que adviertan a los demás. Hasta los animales demarcan su territorio y lo defienden valientemente contra los intrusos, porque en la naturaleza, por encima del derecho de la fuerza está la fuerza del derecho.


Cuando el ser humano tiene conciencia clara de sus derechos surge en él el valor necesario para defenderlos.


En la película “ El Rey León ” , Simba, el cachorro del rey huye, porque su tío, usurpador del trono, le hace creer que es culpable de la muerte de su padre. Pasados los años se entera de que el reino corre peligro, a causa del mal gobierno de su tío. Un día, al ver reflejada su figura majestuosa en el agua, le vino a la memoria la imagen de su padre y recordó su voz, cuando le decía: “ Hijo, tú eres el rey”.

Simba, recuperó su dignidad, se llenó de valor y salvó el reino.


Mientras una persona o un pueblo no tengan conciencia de sus derechos, ni de las posibilidades de desarrollo y de felicidad, jamás lucharán por ellos, pero el día que descubran su valor, no se detendrán hasta alcanzarlos. Así lo demuestra la historia de pueblos indomables que han resistido a la dominación de pueblos poderosos.


La forma más práctica para defender los derechos propios consiste en elaborar un proyecto de vida sobre el que podamos tener el máximo control.


Nuestros derechos fundamentales son intransferibles.


Es responsabilidad de todos y de cada uno, defender los derechos propios y los derechos de los demás; porque los derechos personales corren peligro, mientras no estén a salvo los derechos de todos.


Tenemos que estar muy atentos, porque la sociedad está reconociendo y otorgando muchos derechos que son simple “oropel”. Los derechos que necesita el ser humano son los que conducen al conocimiento y a la libertad; los demás derechos son pan para hoy y hambre para mañana.


Recomienda Este Editorial
 
    Lic. David Angulo de Haro

 

 

 

 

 

 

comments powered by Disqus