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Editorial 133

 


Temor al sexo

 

Los instintos más poderosos son el instinto de vida y el instinto sexual. Según Freud el primer temor fue el temor al sexo, debido al tabú que prohibía a los hombres tener relaciones con las mujeres, pues este derecho estaba reservado al padrote de la horda o de la tribu.


El tabú convirtió al sexo en algo mágico, prohibido y peligroso. El quebrantamiento del tabú era castigado con la muerte.


El tabú se ha mantenido a lo largo de la historia a través de las religiones, hasta el punto de llegar a considerar el cuerpo humano como impuro y pecaminosos. Esta concepción condujo a la represión brutal del instinto sexual por medio de castigos y flagelaciones.


La conducta sexual estaba controlada por el temor sagrado, por el tabú, por el tótem convertido posteriormente en dios. La imagen del dios omnipotente vigilaba celosamente el tabú. Esta imagen ha controlado, a través del temor, la vida sexual del ser humano; de modo que el Dios del Evangelio, hecho de bondad y de amor, aún está por llegar y no llegará hasta que el hombre supere el tabú. Para superar el tabú es necesario avanzar en el desarrollo de los valores superiores y liberarse de muchas actitudes mentales negativas.


Esta situación ha hecho que el ser humano perciba el sexo como una fuerza peligrosa que puede escapar a su control o ser causa de sufrimiento, culpas y castigo.


Las religiones no son instituciones venidas de otros planetas; están formadas por personas del pueblo, con los defectos del pueblo; por tanto, todos somos arte y parte de todas formas de represión, que son muchas, entre ellas, de la represión sexual.


El instinto sexual es vital y poderoso, tiene como función el garantizar la supervivencia de la especie y sacar al hombre de sí e impulsarlo a relacionarse, a crecer, a la amistad, al amor.


La evolución ha sido posible porque el hombre ha aprendido a controlar en forma inteligente las fuerzas instintivas y a sublimarlas, orientándolas en función del desarrollo de capacidades superiores ( intelectuales, afectivas y espirituales)


Sin el instinto sexual no fuera tan fuerte, nadie cargaría con la responsabilidad de mantener y educar a unos hijos.


El instinto sexual es una fuerza que necesita expresarse de alguna forma. La represión no elimina el impulso sino que lo desvía hacia otras formas de conducta conflictiva.


Pero la libertad sexual tampoco ha resuelto el problema. La única solución inteligente está en liberarlo en forma positiva. Esta liberación constructiva se da cuando la persona tiene un proyecto valioso de vida y su acción está motivada por valores de desarrollo y no por temores o frustración.


A medida que la persona se desarrolla, los intereses superiores absorben las energías de los instintos y entonces éstos pierden su virulencia salvaje para transformarse en energía constructora de la personalidad. De este modo, el instinto sexual, en vez de buscar su propia satisfacción, se transforma en fuerza de expansión del yo ( relación humana, tolerancia, comprensión, bondad, sabiduría, espíritu de superación, etc). Y puede darse el caso de seres superados en los cuales el instinto sexual, como impulso salvaje, quede relegado, como un simple recuerdo del pasado. Los seres humanos evolucionados están por encima de los instintos.


En muchos países se han liberado del tabú sexual, con el fin de suprimir la angustia y la culpa. Esta situación le a quitado al sexo el misterio, el encanto y la intimidad. Ahora la relación sexual es un acto más de la vida.

 

Cuál es la función del sexo
La relación sexual no puede limitarse a la satisfacción de una necesidad biológica que luego deja vacío y soledad; debe ser un acto profundamente humano en el que los seres puedan encontrarse, reconocerse y amarse. Sólo de esta forma, el sexo podrá ser una experiencia de plenitud, de seguridad y de felicidad.


El lema de la sociedad “moderna” es: “No reprimas el sexo”. Este mensaje divulgado de muchas formas es muy peligroso y puede generar a la larga, más problemas que el tabú; pues si es perjudicial el reprimir un instinto más allá de lo aconsejable, más dañino puede ser el liberar un instinto violento y ciego y dejarlo que actúe a sus anchas. El instinto sexual liberado de toda responsabilidad moral pierde su carácter humano propio de un ser civilizado y se convierte en una fuerza sin control que lleva al hombre a perder el sentido humano y moral de la vida.


El libertinaje lleva a vivir el sexo en la etapa genital. Lo más grave de esta situación es que esta actitud suele ir acompañada de “valores” de bajo perfil; de modo que, el libertinaje sexual conduce a otras muchas formas de libertinaje; es decir, a conductas en las que se evade la “ley” y la responsabilidad.

Estas opiniones no pretenden moralizar a nadie, sólo pretenden puntualizar las cosas, en una sociedad en la que los principios se están volviendo muy ambiguos.
El sexo seguirá siendo fuente de angustia y de frustración mientras no cumpla con sus funciones superiores. El sexo debe ser instinto, placer, pero también, expansión, crecimiento, amor e intimidad.


El ser humano necesita aprender a manejar el sexo y a darle un sentido que transcienda lo instintivo y pasional.


El sexo no puede ser una compensación por fracasos tenidos en otras áreas de la vida. Debe ser la expresión libre y feliz de una persona desarrollada.


Es necesario resolver el tabú de forma positiva porque, por un lado, está angustiando a muchas personas y por otro lado, el libertinaje está llevando a la pérdida del sentido de la vida, de la amistad, del amor y hasta de la dignidad. El libertinaje y la pornografía no ayudan en nada a resolver el tabú sexual


La comprensión del sentido y del valor del sexo es tan importante porque la madurez sexual, es decir, el uso que el hombre hace del sexo, avanza de forma paralela con el desarrollo de la personalidad. En el sexo están implicadas muchas más cosas que el simple acto sexual. La naturaleza humana es sexuada y es a través de la sexualidad total que el ser humano percibe, siente, piensa, ama y actúa.


Del enfoque del sexo depende el enfoque o filosofía de la vida, el concepto, valoración y respeto de persona hacia sí misma y hacia los demás; la escala de valores y criterios de conducta moral, social, profesional, etc.


Por esta razón, cada persona concibe el sexo y se expresa sexualmente de acuerdo a la clase de persona que es.


Una persona dominada por el temor, el egoísmo, los complejos o la culpa, tendrá dificultades para amar y su conducta sexual dejará mucho que desear. Y una persona libertina utilizará y explotará a los demás en muchos aspectos sin ningún criterio mora.l


Numerosos estudios actuales hablan de los graves problemas sexuales que aquejan a la sociedad; sin embargo estos problemas no proceden fundamentalmente del tabú sino de la forma de vida (desarraigo familiar, soledad, competencia, agite, estrés, vacío espiritual ,etc.)

Por tanto, la única fórmula exitosa para liberarse del temor al sexo y de adquirir una madurez sexual que garantice una relación humana satisfactoria y una vida plena, consiste en desarrollar una personalidad capaz, segura, libre, consciente responsable y feliz.


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    Lic. David Angulo de Haro

 

 

 

 

 

 

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