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Editorial 131

 


Temor al futuro

 

La gente adulta suele decir: “ Cualquier tiempo pasado fue mejor”. No es cierto. La gente tiende a olvidar las experiencias negativas y a recordar lo agradable.


La humanidad vive un proceso de evolución constante; lo cual significa un crecimiento en inteligencia, conciencia y libertad; por lo cual, a pesar de las imágenes de ignorancia, dolor y pobreza que observamos todos los días a través de la televisión, debemos aceptar que son crisis inevitables, dentro del proceso de crecimiento. Es el precio que la sociedad tiene que pagar para aprender y crecer.


El futuro ofrecerá más oportunidades para crecer, pero también tendrá más riesgo de fracaso y de frustración. Esto significa que cada día el ser humano debe ser más consecuente, porque la irresponsabilidad traerá consecuencias más dolorosas.

Las personas que trabajan en un proyecto propio tienen menos temor al futuro, que quienes dependen de los demás, porque tienen el control de sus decisiones.

La autonomía es el mejor ingrediente para mirar al futuro con fe y optimismo.


La pregunta que se hacen todos es: ¿Cómo me irá en el futuro? Y para adivinarlo, unos recurren a brujos, otros a astrólogos...


Cuenta una leyenda persa que a la orilla del camino que conducía de Nínive a Arbela vivía un anciano cuya fama se extendía por todo el reino. Unos decían que era un santo, otros que era un sabio y otros que era adivino.
Acertó a pasar por el camino un joven. Su caminar era lento y su mirada triste.
_ Dime anciano, ¿Cuál será mi futuro?
_ Dime joven, ¿ Cómo te ha ido en Nínive?
_ Mal. La gente es egoísta, poco amistosa...
_ Amigo. En la ciudad de Arbela te irá mal, porque la gente es egoísta. En efecto, todo ocurrió como el anciano le había dicho.

 

Después llegó otro joven. Era un joven de paso ágil y mirada alegre.
_ Dígame señor. ¿ Cuál será mi futuro?.
_ Respóndeme joven. ¿ Cómo te trató la gente de Nínive?
_ Bien. La gente ha sido amable, hospitalaria...
_Amigo, en Arbela y en las demás ciudades que visites, la gente te tratará bien y encontrarás trabajo y amigos. Y ocurrió exactamente como dijo el anciano.
¿ Qué piensas del anciano. Era un sabio, un santo o un adivino?


A decir verdad era un anciano con gran sentido común, para quien la vida es como un espejo que nos devuelve nuestra propia imagen. Cada uno recibe lo que siembra. Los demás reaccionan hacia nosotros de acuerdo a como reaccionamos hacia ellos; por tanto, cada uno es la causa de sí mismo, porque en última instancia cada uno es responsable de lo que le ocurre.


El futuro no existe; hay que soñarlo, diseñarlo. En realidad la gente teme al futuro porque en él están esperando la vejez, la soledad y la muerte.


La vida es un gran teatro y cada persona está obligada a desempeñar un papel. Puedes elegir el papel de rey, de villano o de bufón. Muchos, abrumados por sentimientos de indignidad eligen papeles irrelevantes, de modo que pasan la vida sin pena y sin gloria. Otros eligen un papel protagónico y triunfan a lo grande. Para triunfar en el teatro de la vida no se necesitan cualidades especiales, lo importante es identificarse con el personaje elegido; luego, la mente se programa para actuar con éxito.


Elabora un proyecto de vida valioso y motivador, piensa en él con fe y con amor y tu cerebro encontrará la forma de llevarlo a feliz término.


El futuro es la casa de los sueños y de la esperanza. El temor al futuro mata los sueños y la esperanza y sin ellos, el hombre es un barco a la deriva. Así que, visualiza un futuro exitoso, luego sueña, trabaja y espera, seguro de que te acontecerá lo mejor.

Es maravilloso levantarse cada día y ver que la vida nos ofrece otra oportunidad. Vive intensamente cada día como si fuera el último de tu vida. Ama, ayuda, perdona y disfruta cada día, porque mañana tal vez sea tarde.


No te preocupes demasiado por el mañana porque, “A cada día le basta su propio afán”


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    Lic. David Angulo de Haro

 

 

 

 

 

 

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