Editoriales

Editorial 104

 


Grandes absurdos de la sociedad

 

Existen muchos absurdos pero nos vamos a centrar en el más significativo por las repercusiones que genera.


La forma en que vivimos nos parece natural porque nos hemos acostumbrado a ella, sin embargo, muchas de las cosas que hacemos son absurdas.


Para ejercer cualquier profesión necesitamos un título que exige estudiar durante varios años y superar ciertas pruebas o exámenes. El objetivo es garantizar que las personas estén capacitadas para ejercer su labor con eficacia y no causen daño a las personas.

Sin embargo, para realizar el matrimonio sólo se exigen dos palabras.
_ ¿Acepta por esposo a...?
_ Sí acepto.
No importa si existe amor o no.
No importa si no tienen la suficiente madurez y el equilibrio mental necesarios para convivir.
No importa si son grandes desconocidos el uno para el otro.
No importa si existe incompatibilidad de caracteres.
No importa si carecen de unos conocimientos básicos de psicología y de pedagogía como para educar medianamente a sus hijos.
No importa si su conducta social o moral es incompatible con la educación de los hijos.
No importa...

 

Este absurdo es la causa de casi todos los males que agobian a la sociedad.
La relación de pareja es una necesidad natural del ser humano, como lo es para casi todos los animales superiores.


El matrimonio es la mejor oportunidad para madurar, compartir y desarrollarse en todos los aspectos.

Es el lugar ideal para que los hijos crezcan seguros y felices.
El hogar proporciona sentido de pertenencia, tanto a los padres como a los hijos. El sentido de pertenencia es indispensable para integrarse con éxito en la sociedad. Cuando los hijos tienen bajo sentido de pertenencia a la familia encuentran serias dificultades para el desarrollo intelectual, afectivo y social, lo cual hace difícil el aprendizaje y la integración social.

Cada día el matrimonio tiende a perder vigencia y es reemplazado por una especie de contrato, sin grandes compromisos y con las puertas abiertas para el divorcio, en caso de surgir dificultades imprevistas.

Todo divorcio deja heridas, frustraciones y desconfianza que perjudica cualquier otra relación a futuro. En el camino quedan también los hijos con una sensación profunda de abandono e indefensión, que repercute en su desarrollo, en su autoestima y en su relación con las personas por el resto de su vida.


Lo dicho deja al descubierto el mayor absurdo de la sociedad.
Ningún cambio importante se puede introducir en la sociedad mientras las personas no comprendan la transcendencia del matrimonio y de la educación proporcionada a los hijos y mientras los padres no se capaciten para ser exitosos como pareja y como padres.

Se argüirá que el matrimonio es una decisión personal. También la profesión es una decisión personal, pero para ejercerla es necesario cumplir con varios requisitos de estudio...


¿Qué ocurriría si los profesionales: médicos, aviadores, constructores, etc. no estuviran capacitados para ejercer su función?


Por lo general, todos los matrimonios tienen hijos. La educación de los primeros años es crucial porque establece la estructura mental a nivel intelectual, afectivo, social, moral y espiritual, que marcará pautas para toda la vida. En realidad, son los padres quienes programan a sus hijos para el éxito o para el fracaso.


Debido a la falta de capacidad pedagógica de los padres, el 90% de los mensajes dados a sus hijos son represivos de alguna forma.


No importa si la educación es tradicional o liberal, los efectos son similares.


La educación debería ser democrática; es decir, que los hijos deberían aprender desde pequeños a tener conciencia de la realidad de las cosas, a tener iniciativa, asumir las responsabilidades propias de su edad, autodisciplina, administrar su libertad, etc.


Estas conductas deben ser enseñadas de forma pedagógica y a tiempo, porque después ya es tarde.


Por falta de una educación adecuada los niños son tímidos e inseguros. Luego, los niños crecen y se hacen hombres y mujeres y en cada adulto sigue vivo aquel niño tímido e inseguro de la infancia que nos hace ser cobardes y mediocres.


De esta realidad no se salva nadie. Algunas personas logran mejorar su autoestima a través de la superación personal y de ciertos éxitos profesionales y económicos, pero siempre están latentes los fantasmas de la infancia, disfrazados de temor. Temor al fracaso, al futuro, a la crítica, a la soledad, Etc.


Las personas tienen una estructura mental débil, debido a una educación represiva y carecen de personalidad para enfrentar los retos de la vida.


La corrupción, la violencia, la delincuencia, la mediocridad y la irresponsabilidad son la consecuencia de una educación fallida.


Estas lacras no se pueden controlar con leyes, porque el mal no está en el ámbito social, está en el corazón del hombre y no existe ley que pueda controlar el corazón humano.


El ser humano sigue siendo animal y sólo una educación correcta y a tiempo, puede garantizar el control de sí mismo y la convivencia social.


Mientras la familia no se convierta en la roca firme de la sociedad, todos los esfuerzos se desvanecerán convertidos en agua y sal.


Existen muchas fuerzas negativas a nivel mundial, interesadas en debilitar el matrimonio, la vida familiar, la religión y la vida moral.

¿Cuál es la razón?
Su objetivo es el control y la explotación de los seres humanos en beneficio de sus intereses. Una sociedad sin familia, sin religión y sin valores puede ser fácilmente sometida y explotada.


¿No te parece incomprensible que una sociedad que exige tantos requisitos para otorgar un título profesional, sólo exija dos palabras para legalizar el matrimonio, siendo éste tan decisivo para el buen funcionamiento de la sociedad?


¿No te parece ilógico que, siendo los niños el futuro de la humanidad, estén desprotegidos ante tanta información negativa, programas violentos, videojuegos alienantes, etc.?


¿No te parece sospechoso que en la mayoría de los países los presupuestos más bajos sean para educación y que los educadores sean mal pagados?


El matrimonio es una decisión personal pero también tiene una dimensión social en cuanto que todos los miembros de la familia son actores sociales y la forma en que viven los esposos y la forma en que educan a sus hijos tiene una repercusión profunda en la sociedad para toda la vida.


La frase: "Cada uno tiene derecho a hacer lo que quiere con su vida" es una falacia. Ningún ser humano viene a esta vida para ser el fin de si mismo. Somos parte de la especie humana y nuestra acción influye en el destino común. Todos tenemos una responsabilidad en la construcción de un mundo mejor.


Abre los ojos y educa a tus hijos para el éxito y la libertad y ayuda a que otros abran los ojos, porque el silencio y la pasividad de la gente decente deja el camino libre para que personas sin conciencia y sin escrúpulos controlen el mundo.

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    Lic. David Angulo de Haro

 

 

 

 

 

 

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