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Editorial 67


Conócete a ti mismo


El filósofo Sócrates, siglo V antes de Cristo, deseoso de conocer acerca de la verdad viajó hasta la ciudad de Delfos. Allí, en el templo del dios Apolo había una pitonisa conocida como el "Oráculo de Delfos" Sócrates le preguntó: "¿Cuál es el principio de la sabiduría? y la pitonisa le respondió: "Conócete a ti mismo"


"Si logras juzgarte a ti mismo, eres un verdadero sabio" El Principito de S. Exupery
Y un hombre dijo: Háblenos del conocimiento de sí mismo.
Y el Profeta contestó, diciendo:
"Sus corazones saben en silencio los secretos de los días y las noches, pero sus orejas anhelan el sonido del conocimiento de sus corazones.
Quieren saber en palabras lo que siempre han sabido en pensamiento.
Quieren tocar con los dedos el cuerpo desnudo de sus sueños.
El manantial escondido de tu alma tiene que levantarse y correr murmurando hasta el mar y el tesoro de tus profundidades infinitas te será revelado.
No busques las profundidades de tu conocimiento con medidas humanas porque el yo es un mar sin límite y sin medida. Kahlil Gibran

Lo más complejo de todo es la mente humana. La estructura profunda de la mente está en el subconsciente, del cual poco podemos conocer En el subconsciente residen las fuerzas profundas (instintos, principios, valores, creencias, sentimientos...que rigen nuestra vida) Muchas de estas fuerzas como son las fuerzas instintivas son innatas, pero las demás fuerzas son adquiridas a través de la educación y a través de las decisiones personales que tomamos.


El hombre primitivo apenas tenía conciencia de sí mismo, por lo cual, obedecía casi ciegamente a los instintos, a las costumbres y los tabúes de su tribu. Pero a través de los años la humanidad ha evolucionado y la inteligencia ha ganado poder sobre el instinto. Hoy tenemos ideas, principios y valores que pueden ser asimilados por todos los seres humanos y pueden programar la mente para el éxito verdadero y la felicidad. Sin embargo, muchas personas, por distintas razones, no asimilan estos principios y valores y, en consecuencia, su vida es un fracaso.


Todos los seres humanos son libres y tienen suficiente conciencia para reconocer estos principios y valores, por lo cual, son responsables de aceptarlos o no. Estos principios no los impone nadie, son leyes naturales (Ley de Causa y Efecto, Ley de Correspondencia, Ley de las Consecuencias l ógicas, etc.) cuyo cumplimiento trae beneficios y su incumplimiento acarrea consecuencias negativas.

La mente y la naturaleza llevan nota de todo lo que hacemos o dejamos de hacer, bueno o malo y, tarde o temprano, premian o castigan de muchas formas, con éxito o con fracaso. La finalidad del éxito es estimular a seguir adelante y la finalidad del fracaso es invitar a rectificar.


El conocimiento de sí mismo está relacionado con el conocimiento de las leyes que rigen la vida, de modo que nuestras conductas estén acordes con las leyes de la vida.


¿Cómo conocerse a sí mismo y cómo conocer las leyes que rigen la vida?


Sólo podemos conocernos a nosotros mismos a través de la reflexión (re- flexión)
Si no fuera por el espejo nadie podría conocer su rostro. Resulta curioso que podamos conocer el rostro de los demás pero no el nuestro.
Por circunstancias de la vida, una niña no se había detenido a observar su rostro en el espejo. Un día le mostraron una fotografía de su clase, y, después de observarla dijo: Connozco a todos estos niños y niñas, pero no sé quién es esta niña. Era ella.


Es fundamental analizar nuestras ideas, sentimientos, palabras y acciones, porque ellos son el reflejo de lo que somos. Pero el conocimeinto de sí mismo sirve de poco si no lo utilizamos para el bien.

 

Nuestras ideas, sentimientos, palabras y acciones nos modelan, de modo que, si rectificamos y aprendemos a funcionar en positivo nos irá bien.
Conocerse a sí mismo es escuchar dentro de sí la voz de la razón que se expresa a través de la voz de la conciencia. ésta es razón indispensable para vivir en armonía y en paz consigo mismo y con las demás conciencias razonables.


Nosotros estamos en el mundo pero no vivimos en el mundo. El mundo es sólo el escenario en el que nos movemos. Donde realmente vivimos es en nuestro mundo interno, en nuestro "Yo". Es ahí donde sentimos y experimentamos la alegría, el dolor, el éxito o el fracaso. Este es el mundo verdadero e importante que necesitamos conocer para desarrollarlo, controlarlo y ser felices.


De qué sirve todo el conocimiento del mundo externo si no sabemos gobernarnos a nosotros mismos. El desconocimiento de sí mismo hace que seamos títeres en manos de los instintos y de la sociedad


¿Por qué resulta difícil conocerse a sí mismo?

Resulta difícil conocerse a sí mismo, porque la inmensa mayoría de los contenidos de nuestro Yo son subconscientes; sin embargo podemos conocer algo del Yo por sus manifestaciones y de esta forma controlarlo mejor. Es importante que conozcas cómo funciona la mente humana.


Ahora bien, en este momento lo más importante es conocer cómo funciona el Yo, cómo controlarlo y cómo fortalecer su parte positiva para que nuestras conductas sean más racionales y nos causen menos fracasos y más éxitos.


Hay experiencias que indican que el cerebro actúa y decide por cuenta propia, y que, en realidad no somos nosotros los que decidimos sino el cerebro. Esto no nos quita libertad, porque el cerebro decide después de sopesar la información que tiene grabada y después de tomar en cuenta nuestros deseos profundos y nuestras intenciones. Por lo cual, somos responsables de la información que introducimos en nuestro cerebro de forma consciente e inconsciente. Por ejemplo, una persona que ve habitualmente películas de violencia está cargando su mente de violencia y el día de mañana tenderá a ser violento y será responsable de su violencia porque permitió que la violencia entrara en su mente. Los padres que dejan que sus hijos vean programas de violencia, son responsables de la violencia de sus hijos el día de mañana.

En conclusión. El ser humano debe prever evitar a nivel personal y a nivel social todo lo que da origen a procesos que se sabe conducen al fracaso. El que siembra una semilla de cizaña es responsable de todo el desencadenamiento posterior. El que inicia un fuego en el bosque es responsable de la quema del bosque entero.


Muchas personas toman conciencia en algún momento de su vida y desean cambiar pero, en muchos casos, resulta difícil y casi imposible, porque el cambio no depende de un deseo del momento. Toda conducta humana importante depende de estructura, mentales profundas y complejas que se han consolidado a lo largo de los años. Para cambiar alguna de estas conductas es necesario cambiar previamente las estructuras, lo cual no es fácil ni rápido. Esta es la razón por la cual, muchas personas no logran cambiar a pesar de sus esfuerzos; sin embargo existen técnicas efectivas para reprogramar la mente.


A la naturaleza no le interesa si las personas hacen las cosas por ignorancia, el que toma veneno por error, muere; el que quebranta la ley de gravedad, cae, el que mete la mano en el fuego, se quema...


Todo esto nos lleva a la conclusión de que, si bien es difícil conocerse a sí mismo y en este sentido es poco lo que podemos hacer, sí podemos conocer cómo funciona el cerebro, y, conscientes de que nuestra conducta es el resultado de lo que leemos, vemos, pensamos, sentimos, deseamos, amamos, hablamos y decidimos, debemos aprender a seleccionar lo positivo en todos los aspectos, de esta forma alimentaremos correctamente a nuestro cerebro y tomaremos decisiones correctas.


Aparte de conocerte a ti mismo es fundamental que conozcas el bien. El bien es todo aquello que sirve para el desarrollo de sí mismo y de la sociedad y el mal es lo que se opone o frena el desarrollo. Las cosas no son buena o malas porque alguien lo decrete. Son buenas o malas por su propia naturaleza.

Para los antiguos griegos el sabio era el que conocía el bien y además lo realizaba, por lo cual era también un ser moral y virtuoso. Los ignorantes no podían conocer el bien y por tanto, no podían ser virtuosos; de modo que, para los griegos, el conocimiento, el bien, la moral y la virtud eran parte de una misma realidad superior.


En el siglo XXI al igual que en los primeros siglos antes de Cristo, el conocimiento de sí mismo es el principio de la sabiduría, a lo que hay que añadir también el conocimiento del bien , es decir: las ideas, creencias, principios y valores por los cuales vale la pena vivir y luchar. Y hoy como antes de Cristo y como dentro de dos mil años el conocimiento de sí y del bien serán claves para lograr el desarrollo, el éxito y la felicidad



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    Lic. David Angulo de Haro

 

 

 

 

 

 

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