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Editorial 56


Convicciones


La palabra convicción tiene un ingrediente lógico, pero aquí nos referimos a un convencimiento total como resultado de una vivencia intelectual, afectiva y experimental.


Una idea acariciada con ilusión y madurada constantemente a través de la reflexión, termina por convertirse en convicción.


Las convicciones constituyen la estructura de la personalidad y determinan la dirección de la vida. Las convicciones deben ser lógicas y adaptadas a la realidad; de lo contrario se convierten en fanatismo e intolerancia.


La convicción es activa y tiende a convertirse en acción. Se fortalece con la reflexión, con el tiempo y con la experiencia de éxito.


Los mitos han existido siempre y existirán. Antes eran los mitos egipcios, griegos y romanos los cuales hacían referencia a los dioses y a los héroes; después fueron los mitos de los grandes imperios, el mito del dorado, el mito de los nazis como raza superior. Hoy hemos convertido en mitos a los millonarios, artistas y deportistas. Los idealizamos y creamos utopías en torno a ellos. Ellos alimentan la esperanza y la ilusión y son el ideal a seguir. Una sociedad sin mitos y sin utopías carece de fuerza y de creatividad; ahora bien, cuando los mitos exaltan valores intranscendentes, son causa de decadencia.


A lo largo de la historia la humanidad ha aprendido mucho y ha creado una cultura maravillosa en todos los aspectos. Lo más valioso de la cultura son las creencias, los principios y los valores, los cuales constituyen la estructura de la personalidad y determinan la dirección de la vida.


Las convicciones de las personas están basadas en creencias, principios y valores; por lo cual, la fortaleza de las convicciones depende de la consistencia de las creencias, de los principios y de los valores. Al hablar de creencias no nos referimos únicamente a las religiosas sino a todo tipo de creencias. A lo que creemos sobre cualquier aspecto de la vida.


No hay que confundir convicción con fanatismo. La convicción está siempre gobernada por la lógica. El fanatismo es básicamente emocional e irracional


Las creencias ayudan a tomar posición en la vida, orientan y dan sentido.
Existen creencias y convicciones:
Religiosas (existencia de Dios...
Políticas (la democracia como forma de gobierno...
Sociales (igualdad de derechos...
Económicas (el dinero da libertad...
Científicas (la ley de gravedad...

En realidad el 99% de nuestra vida depende de la fe, de las creencias. Creemos lo que dice la prensa, los libros, la ciencia, la historia, la televisión, la gente. A través de internet se realizan infinidad de negocios y transacciones basados en la fe y en la confianza.


Los seres humanos tenemos millones de creencias pero ocurre que sólo utilizamos y expresamos las que más nos interesan. Generalmente estas convicciones son pocas pero las utilizamos constantemente, casi de forma automática, y ellas son las que condicionan nuestra forma de ser, de vivir y de actuar, y, en consecuencia, determinan nuestro éxito o fracaso.


Los que triunfan no son necesariamente más inteligentes que los demás pero tienen las creencias y convicciones adecuadas para lograr sus objetivos. Los que fracasan tienen fallas en su programación mental, es decir en sus creencias y convicciones y, por tanto, en sus acciones.


Como ya hemos indicado, las convicciones se basan en creencias, principios y valores, pero los activadores de las convicciones son los sentimientos; por esta razón, el poder de las convicciones es inmenso.


Las convicciones son personales e íntimas. Sólo son sentidas por quien las posee. Algo así como el amor o el dolor, sólo es sentido por quien lo padece.

Nuestras convicciones sólo pueden ser comprendidas por quienes funcionan en la misma onda. Cada persona tiene un esquema mental que es útil conocer. Podemos hablar de cosas intranscendentes con todo el mundo, pero, cuando se trata de temas que inciden con las creencias y las convicciones políticas, religiosas o sociales, es necesario ser prudentes, pues, las personas son muy sensibles a todo lo que se opone a sus creencias y convicciones.

Las creencias y convicciones constituyen la estructura fundamental de las personas. Esta estructura se forma básicamente en la infancia. Se adquiere por asimilación de principios y valores. Estos principios y valores son adquiridos de forma inconsciente, pues los niños no tienen capacidad de análisis. Los adquieren por intuición y por imitación de las conductas de sus padres y adultos. Al crecer toman conciencia de sus creencias y convicciones pero no es mucho lo que pueden hacer porque ya están programados; sin embargo, el ser humano es libre y siempre puede reprogramarse.


Si eres una persona triunfadora y feliz, los demás te observarán con curiosidad y tratarán de descubrir la razón de tu éxito. Tratarán de conocer tus creencias y tus convicciones porque son eficaces. Y es posible que traten de imitarte, pero nadie puede imitar a nadie de verdad, porque cada ser humano es único.


Nadie puede imitar tu voz ni tu firma, porque tu voz tiene una vibración única y tu firma es inimitable. La razón está en que, tanto en la voz como en la firma, participan millones de neuronas y millones de células musculares. De forma similar, las convicciones son una síntesis de todos los conocimientos y de todas las vivencias acumuladas a lo largo de la vida.
Las convicciones constituyen la esencia de la identidad personal. Cuanto más profundas y valiosas sean, mayor será la identidad.


Los seres humanos tenemos creencias positivas y creencias negativas y también creencias contradictorias. Esta es la razón por la cual podemos llegar a ser incongruentes y hasta absurdos.
Después de lo expuesto, debemos tener presente que el ser humano es muy complejo, que desconocemos la realidad de nuestra mente. Desconocemos las fuerzas que nos impulsan a obrar de una forma o de otra, pero estamos seguros de que, si desarrollamos ciertas creencias, valores, criterios y convicciones, podemos triunfar a lo grande. Sólo necesitamos activar el cerebro de forma inteligente y nos sorprenderemos de lo que somos capaces de hacer.


Vivimos en un mundo débil desde el punto de vista mental, espiritual y moral. En otras épocas las personas tenían convicciones má s firmes. Era gente de honor y de palabra. Hoy se impone el relativismo en todos los aspectos y las conductas ya no son buenas o malas, sino que dependen del punto de vista que tiene cada persona.


En nombre de la tolerancia y de la libertad, se acepta y permite casi todo, aunque vaya en contra del sentido común. En esta situación resulta difícil desarrollar creencias y convicciones que apunten a la excelencia, pero como dice el refrán "Los héroes se forjan en la guerra"



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    Lic. David Angulo de Haro

 

 

 

 

 

 

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