Editoriales

Editorial 45


El poder de la palabra



La palabra de Dios crea el mundo.
La palabra de la verdad convence.
La palabra del amor conquista.
Y la palabra del charlatán se la lleva el viento.


“En el principio existía el Verbo (Palabra) y el Verbo era Dios.” Y dijo Dios:“ Hágase la luz...” Génesis y el Popol Vuh, libro sagrado de los Mayas – Quiches, narra cómo Tepen y Gutumatz, unieron sus pensamientos y sus palabras y dijeron: “Hágase así: Que se llene el vacío. Que se retire el agua y surja la tierra...”


Resulta sorprendente, que hace más de cuatro mil años, dos pueblos distintos, separados por miles de kilómetros tuvieran la intuición del valor de la palabra como fuerza creadora.


El lenguaje es mucho más que un código; forma parte de la estructura mental de la persona y de la estructura social. Es el elemento esencial de la cultura, de la historia, de la vida superior, del pensamiento, del sentimiento, de la conciencia y del progreso.


El lenguaje programa y condiciona la mente. Cuida tu lenguaje porque él te modela día a día, en forma consciente e inconsciente.


El mundo está ahí, extenso, profundo y misterioso, pero en la conquista del mundo, sólo podemos llegar, hasta donde llega nuestro vocabulario; porque la palabra establece los límites de la inteligencia, de la imaginación y de la creatividad. Por esta razón, la palabra es el valor más importante de la especie humana.


El nivel cultural de cada pueblo y de cada persona está relacionado con su lenguaje. Los seres humanos inventamos máscaras para ocultar nuestra realidad interna, sin embargo, nuestra mirada, nuestra expresión corporal y, sobre todo, nuestro lenguaje, nos delatan. Digas lo que digas siempre dirás lo que eres. El lenguaje expresa lo que es la persona y los demás lo perciben, a veces de forma consciente y siempre de forma inconsciente. “Habla joven para poder conocerte.” Sócrates.


La palabra es un arma de doble filo, posee el poder creador, sanador y motivador, cuando va cargada de respeto, de afecto y de sabiduría; pero es destructora y mortal, cuando expresa mentira, envidia o frustración.


Ser dueño de la palabra es ser dueño del mundo. Los poderes establecidos lo saben muy bien, por eso controlan de muchas formas el pensamiento y la palabra. La libertad está en el conocimiento y el conocimiento está en la palabra. Sin palabra no hay conocimiento y sin conocimiento no hay desarrollo, progreso ni libertad.


El poder del lenguaje radica en que las palabras son idea, imagen y sentimiento.
Pensamos, soñamos y creamos en base a palabras; de aquí la importancia de cultivar un lenguaje positivo y de calidad. Los triunfadores se alimentan de lecturas, de palabras y de pensamientos de éxito. Mientras que los fracasados viven lamentándose, quejándose y culpando a la gente y al destino de sus desgracias.


Los pensamientos negativos y el lenguaje negativo son los poderes más destructivos de la tierra.


“Somos lo que somos, porque pensamos como pensamos y hablamos como hablamos”. Nuestros pensamientos y nuestras palabras nos modelan lenta pero profundamente.


David K. Berlo, autor de “The Process of Comunication” señala que existen estudios realizados en EE.UU , según los cuales, los estadounidenses invierten el 70% de sus horas de actividad comunicándose verbalmente (escuchando, hablando, leyendo y escribiendo, lo que revela que el éxito dependerá más cada día del buen manejo del lenguaje.


La educación es básicamente un condicionamiento realizado a través de la palabra. Los padres y maestros tienen un poder especial sobre los niños debido a su ascendiente moral. Si su lenguaje es estimulante, les programan para crecer con seguridad, motivación y éxito; pero si su lenguaje es crítico y humillante, entonces les programan para ser tímidos, inseguros y fracasados.

El mayor poder del lenguaje es el subliminal (lenguaje inconsciente) que entra en la mente en forma sutil y luego actúa con plena autonomía.


El lenguaje directo suele chocar con las defensas de las personas, porque a la gente no le agrada ser dirigida o mandada, por lo cual se recomienda el lenguaje indirecto y sugerente.


Es conveniente elaborar para sí y para los hijos mensajes en positivo, de acuerdo a lo que se desea lograr y repetirlos constantemente hasta que se conviertan en una firme creencia.



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    Lic. David Angulo de Haro

 

 

 

 

 

 

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