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Editorial 29

 


Objetivos claros y bien definidos

 

Muchas personas son programadas en la infancia con metas que no responden a sus verdaderas necesidades ni intereses y luego, a medida que pasan los años, se sienten frustradas y vacías.


Este es un momento oportuno para analizar los objetivos y metas de tu vida para que no te ocurra como a tantos, que después de perseguir con afán y fatiga un sueño encuentra que al final del camino no hay nada.


La idea es el principio de toda acción y de toda creación.
Si pones tu mente en blanco, se paralizan las capacidades superiores. Cuando piensas con una intención, el cerebro se activa y moviliza la energía en la dirección indicada para lograr el objetivo. Si los objetivos están claros y son valiosos, el cerebro actúa con claridad y decisión; pero si son confusos o poco valiosos, el cerebro se desinteresa. Por tanto, la claridad y el valor de las metas son los grandes activadores del cerebro.


Los grandes escaladores tienen como meta el monte Everest. Esta es la gran ilusión de su vida y para lograrla están dispuestos a sacrificar todo lo que sea necesario.


Se preparam durante años, soportan sacrificios, cansancio hasta el agotamiento, peligros hasta el borde de la muerte... Aquí sí podemos decir que su vida pende constantemente de un hilo. Pero nada de esto les importa porque saben que es el precio que tienen que pagar por llegar a la cima del Everest.


De este modo, el Everest se convierte en la meta de su vida; piensan, sueñan y hablan del él. Una vez lograda la meta, se produce un cambio profundo en la persona y en adelante, el recuerdo del éxito da un sentido de plenitud a su vida.


Las cosas tienen sentido en la medida en que se relacionan con tu meta. Los que no estamos programados para escalar, no tenemos capacidad para aguantar ni una centésima parte de su esfuerzo ni de sus riesgos.


Las metas son personales y tienen el poder de motivar a quienes creen en ellas. Cuando una meta echa raíces, tiende a crecer y a absorber en beneficio propio todas las energías de la mente y a crear las condiciones físicas y mentales necesarias para alcanzarla. De aquí la importancia de definir correctamente las metas y de mantenerlas siempre en la mira.


La meta es como un imán que atrae con fuerza irresistible.


La vida es un viaje hacia el futuro. Para no errar el camino es necesario saber dónde estás, a dónde quieres llegar y por qué quieres llegar allí.


Se supone que todos buscamos la felicidad pero ésta es percibida de distinta forma. Para unos está en la riqueza y la persiguen con ambición y hasta con avaricia, sacrificando por ella todo lo demás (tiempo, salud, familia y amigos). Otros persiguen la fama y otros el poder. También se supone que estas personas avanzan día a día hacia el objeto de sus sueños y, por tanto, deberían sentirse más felices; pero la experiencia dice que no es así. ¿Qué sucede?


Supongamos que emprende un largo viaje y sigues el camino que te indican personas en las que cree por considerarlas capaces y honestas.

Después de varias horas o de varios años de camino no encuentra lo que esperabas y la duda y la angustia comienzan a apoderarse de tu espíritu. Piensas en regresar pero prefiere seguir; tal vez..; la esperanza es lo último que se pierde.


Algo similar ocurre a muchas personas. Emprenden el camino en pos de la felicidad, personificada en la riqueza, la fama y el poder. A medida que pasan los años se dan cuenta que no dan la felicidad. Piensan, dudan, temen...pero, ¿Qué hacer? Su mente está programada y resulta difícil pensar de otra forma; por lo cual, la mayoría de las personas prosiguen sin descanso su camino con la esperanza de que algún día llegarán al punto deseado. Lo cual no ocurrirá.


Pienso que debe ser muy triste andar por la vida con la sensación de haber errado el camino. Para que esto no ocurra deberíamos comenzar por definir los objetivos.


La riqueza, la fama y el poder dependen de circunstancias externas que escapan al control de la persona, mientras que, la felicidad es interna y está asociada al propio desarrollo; por lo cuial, depende de ti. Las circunstancias externas pueden influir pero lo determinante es tu actitud personal; esto es posible poqeu tú eres libre y tienes la capacidad de pensar, de seleccionar y decidir.


La riqueza, la fama y el poder se pueden ver y se pueden medir pero la felicidad no se puede medir porque es íntima y personal. La felicidad no es algo que se tiene, es algo que forma parte de la persona.


Debemos aclarar que la riqueza, la fama y el poder no están reñidos con la felicidad, por el contrario, pueden contribuir a incrementarla en la medida en que son sus fieles servidores. El problema surge cuando toman el control de la vida de la persona.


Existen muchos objetivos fascinantes pero falsos que pueden dar lugar a confusión. El camino es uno sólo, si lo encuentras eres un privilegiado. Este camino no es fácil, por eso, la gente lo teme y lo evita, pero la certeza de saber que se está en el camino correcto proporciona una paz interna, una motivación y una esperanza alegre que se incrementa a medida que se avanza hacia el objetivo soñando.


En conclusión:


Definen tus objetivos y metas y, luego, estos determinan inevitablemente la dirección de tu vida. Algunas personas eligen su destino; otras, son elegidas por el destino y, otras, son arrastradas por la vida.


Es necesario visualizar las metas con frecuencia. Recuerdo que en mis años de estudiante realizábamos sesiones de cineforum. En una ocasión analizamos una película sobre " Le Mont Blanc". Trataba de un grupo de personas que intentaban escalar la montaña. Hablamos de muchas cosas pero hay algo que nunca olvidaré y que ha resultado de mucha utilidad en mi vida. El profesor habló acerca del significado de un telescopio colocado en la plaza de una aldea cercana. La montaña estaba allá, lejos, inalcanzable, pero el telescopio permitía acercarla y observarla como si estuviera ahí, al alcance de la mano. Estaba cubierta de nieve y era tal su majestuosidad y esplendor que resultaba una tentación irresistible; de tal modo, que los niños y jóvenes de la región tenían como reto la conquista de la montaña nevada. Una meta convertida en ilusión y visualizada constantemente termina por convertirse en realidad.

 

 

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    Lic. David Angulo de Haro

 

 

 

 

 

 

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